
¿Quién no se ha visto afectado con esta nueva realidad? En mayor o menor medida todos nos hemos enfrentado a dudas, miedos y preguntas, sobre nuestra continuidad laboral y nuestras vidas personales.
¿Quién no se ha resistido a la cámara en las primeras reuniones virtuales?
¿Quién no ha deseado que sus hijos estuvieran un rato en el colegio para lograr un poco de concentración?
A todo nos hemos ido acostumbrando y sería mejor aún si aprendiéramos encontrarle el “lado bueno” a esta nueva realidad.
Podemos ver el trabajo en casa como un lugar muy solitario o demasiado ruidoso donde es difícil limitar el comienzo y fin del día laboral, o podemos pensar en la comodidad de trabajar en pantuflas y disfrutar pequeños momentos con nuestra familia, momentos que antes eran prácticamente imposibles de compartir…
Podemos ver como una carga, tener que peinarnos para una reunión a las 9 de la mañana estando en casa o podemos pensar que esa reunión nos ayuda a motivarnos y sentir que seguimos siendo útiles, profesionales más allá del lugar desde donde estemos trabajando…
Replanteemos nuestra resiliencia (es la capacidad de hacer frente a las adversidades) cuando toca aguantar y no diluirse en estos tiempos difíciles de pandemia.
Están los que sobre diagnostican y están los que dan la cara planteando iniciativas y oportunidades, sobre todo aquellas que, en muchas más ocasiones, se forjan en la adversidad que en épocas de comodidad.
Para los afortunados que podemos trabajar más allá de todo, los desafío a reflexionar y buscar todas esas cosas buenas y positivas, que hasta la situación más difícil nos puede ayudar a aprender.
Todo pasa, falta menos!